El consumo de alcohol es una de las principales causas de enfermedad hepática crónica a nivel global. Su consumo está relacionado principalmente con el ámbito social, pero el exceso puede generar otras enfermedades del hígado, así como afectar al cerebro, al corazón, a los músculos y otros tejidos.
Los daños del alcohol se determinan ya sea por la cantidad de alcohol consumida (en un hígado sano) o por el simple consumo, aunque sea leve, cuando ya existe una patología del hígado.
¿Cómo funciona el alcohol en el hígado?
A diferencia de las proteínas, los carbohidratos y las grasas, el cuerpo no tiene una forma de almacenar alcohol. Cuando se consume en exceso, el acetaldehído (es decir, el principal factor para la aparición de la resaca y el rubor facial) se produce a mayor velocidad de la que el cuerpo puede soportar, por lo que se le complica procesarlo y desactivarlo. Esto provoca que este metabolito (es decir, esta sustancia que queda después de la descomposición) se acumule en el hígado y produzca daños hepáticos.
Con el tiempo se producen depósitos de grasa en los hepatocitos (las células hepáticas) y eventualmente estos se convierte en lo que conocemos como hepatitis, que es la inflamación del hígado.
Al intentar reparar estos daños, se crean cicatrices en el hígado, es decir, cirrosis, que pueden desembocar en cáncer de hígado.
¿Cuánto se considera una cantidad dañina de alcohol?
Para prevenir los daños, se recomienda que los gramos diarios de alcohol no excedan de 20 en mujeres y 40 en hombres, es decir, máximo 2 bebidas al día (sin exceder 10 a la semana) si eres mujer, y no más de 3 al día, y menos de 15 a la semana, si eres hombre.
Daños que puede producir el alcohol
En un hígado sano, para que el alcohol sea dañino debe beberse en exceso durante mucho tiempo. Esto puede traer problemas en los riñones, en la presión arterial y en el feto, si es que se trata de una mujer embarazada. Pero no terminan ahí; las afecciones también pueden ser psicológicas y derivar en trastornos como dependencia, ansiedad, depresión y desajustes importantes en las relaciones sociales.
Por otro lado, si ya hay una patología en el hígado, como la hepatitis viral, provocada por el alcohol, o la hepatitis autoinmune, criptogénica, etc., el consumo etílico es responsable de numerosas complicaciones:
En Hepatitis C reduce la eficacia del tratamiento y facilita la multiplicación del virus.
Aumenta los depósitos de grasa, con lo que acelera el proceso de cirrosis.
Reduce la respuesta inmunitaria.
Contribuye a la acumulación de hierro, que es otra causa de enfermedad hepática crónica.
¿Cuáles son los síntomas de un daño hepático?
Si el hígado no está realizando bien sus funciones, el resto del cuerpo lo notará rápidamente debido a la falta de nutrientes y el exceso de desperdicios presentes. Algunos síntomas y complicaciones incluyen:
Fatiga.
Pérdida de apetito.
Baja resistencia a las infecciones.
Ictericia (coloración amarilla en la piel y los ojos).
Inflamación del abdomen.
Sangrado interno.
Confusión.
Insuficiencia renal.
¿El daño puede ser revertido o curado?
Debido a la gran capacidad del hígado para regenerarse rápidamente, es posible que sus células vuelvan a la normalidad. Pero esto sólo se puede lograr si el daño se detecta a tiempo y la persona se abstiene por completo de beber alcohol.
Sin embargo, los padecimientos del hígado varían en su nivel de severidad. Cualquier persona que bebe alcohol constantemente desarrollará una condición que consiste en que las células del hígado se inflamen por células de grasa y agua. Esta condición se conoce como hígado graso y puede tener su origen no sólo en el consumo de alcohol, sino también en la diabetes, la obesidad, el consumo de ciertos medicamentos o la falta severa de proteínas.
Es importante tener en cuenta que todas las condiciones pueden empeorar y resultar en enfermedades muy serias, como la cirrosis, la enfermedad hepática o la hepatitis alcohólica.
Abstenerse de beber alcohol se asocia con la mejora lenta, pero continua, del funcionamiento del hígado. No obstante, esto sólo ocurre en 2 de cada 3 casos.
Otras afecciones provocadas por el alcohol
Además de los daños al hígado, el consumo de alcohol en exceso produce otras afecciones:
Afecciones cardíacas.
Puede causar que el corazón se debilite (miocardiopatía) y tenga un patrón de latido irregular (arritmias). También supone un mayor riesgo de desarrollar presión arterial alta.
Pancreatitis o inflamación del páncreas.
Algunos cánceres, como cáncer de boca, esófago, garganta, hígado y mama.
Afecciones del sistema inmune.
Si alguien bebe todos los días, o casi diario, es posible que note resfríos, gripe u otras enfermedades con más frecuencia que las personas abstemias. Esto se debe a que el alcohol puede debilitar el sistema inmune y hacer que el cuerpo sea más susceptible a las infecciones.
Es importante consultar a tu médico y ser honesto sobre el consumo del alcohol.
Si sospechas que el consumo moderado de alcohol se está descontrolando, busca ayuda rápidamente antes de causar un daño irreparable al hígado. Si te han diagnosticado ya un síntoma relacionado con la enfermedad hepática alcohólica, deja de beber alcohol inmediatamente y sigue las instrucciones de tu médico.
Es importante que sepas que más de tres cuartas partes de las células en el hígado habrán dejado de funcionar antes de que te des cuenta del daño. En Hospital San Ángel Inn te ayudamos a detectar y tratar a tiempo estas enfermedades a través de un check-up médico y exámenes de sangre.
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